Berta Cáceres Flores: resistencia a la privatización de la vida
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi al Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Fue durante la huelga de los fiscales de abril 2008 en Honduras. 8 fiscales se pusieron en huelga de hambre para pedir que se les dejase investigar casos de corrupción archivados en el cajón del Fiscal General. Varias organizaciones del movimiento social y algunas personalidades del país se unieron a esta huelga. El entonces presidente Manuel Zelaya hizo gestos públicos de apoyo a los y las manifestantes y en este momento se multiplicaron las tensiones dentro del partido liberal y el congreso que desembocarían el golpe de estado de junio 2009.
Llegaba el COPINH, “esto va para rato”, decía la gente. Y es que el COPINH lo conforma gente del campo, mujeres y hombres hechos a resistir. El COPINH lo lideraba Berta Cáceres, una mujer fuerte que creía en el poder “con” y “para”. Que puso la lucha anti patriarcal en el centro del discurso, y esto desde una organización mixta, indigenista y rural en un país extremadamente machista como Honduras. Además, potenció la conexión y diálogo entre diversas organizaciones e internacionalizó problemáticas de Honduras que, evidentemente, se sufren en otras partes del mundo.
Tuve la suerte de conocer a Berta durante los primeros meses de resistencia al golpe de Estado de 2009. Todo era muy intenso en ese tiempo, así que sólo me quedé con sensaciones sobre ella: el gran respeto que despertaba, su serenidad y su mirada atenta. La veía grande, aunque ella se presentaba cercana. La recuerdo dando discursos más que efusivos a las multitudes, participando en los encuentros feministas y en las marchas, tomándonos algo al fin de la tarde.
Su asesinato me despertó un dolor ampliado. Me dolió por ella, a la que admiraba por su alegre fuerza y rebeldía, a la que consideraba un referente, de las indispensables, y se me despertó un miedo enorme por las y los otros que luchan por los derechos humanos en Honduras.
Los avances y retrocesos en materia de derechos humanos son globales, por lo que deben serlo también las acciones para promoverlos y protegerlos. El asesinato de Berta Cáceres pone en una situación de inmensa vulnerabilidad a los y las defensores/as de Derechos Humanos de Honduras, la región y el mundo.
Berta Cáceres nació el 4 de marzo de 1971 en la ciudad de La Esperanza, departamento de Intibucá, Honduras. En esa misma ciudad desarrollaría su lucha durante toda su vida y sería asesinada el 2 de marzo de 2016. Berta era maestra de formación y tuvo 3 hijas y un hijo. Desde su juventud destacó con su liderazgo, siendo activa en el movimiento estudiantil.
Berta vivió en la resistencia y solidaridad. El departamento de Intibucá vivió de forma cercana la guerra civil de El Salvador durante los años 80, conflicto que en el año 90 cesó con la firma de los acuerdos de paz. Berta Cáceres creció rodeada de refugiados y refugiadas salvadoreño/as a los que daba cobijo su madre, una partera muy activa en la comunidad.
En marzo de 1993 (pocos meses después de la conmemoración de los 500 años de la conquista de América) cofundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). La organización agrupa a los pueblos indígenas, principalmente lencas, y campesinado del sur occidente del país. Muchos y muchas de las integrantes del COPINH habían participado de manera directa o indirecta en las luchas sociales tanto en Honduras como en el país vecino; la desmilitarización de la zona da pie al paulatino resurgir de la participación social.
La creación del COPINH surge de la experiencia y la acumulación de fuerzas de estos espacios de lucha y conforme a su tiempo incorpora nuevas identidades y nuevas demandas del movimiento social. Se plantea como su objetivo la reivindicación y reconocimiento de los derechos políticos, sociales, culturales y económicos de los pueblos y comunidades indígenas.
La lucha por la defensa del ambiente se apareja con la resistencia histórica de las comunidades indígenas en defensa de sus territorios. Progresivamente consolida su tendencia a ser un movimiento social con clara orientación indígena, fomentando y canalizando su participación, sus reclamos para mejorar sus condiciones de vida, por establecer vínculos de solidaridad con otras etnias y por ligar lo local a lo nacional. Esta consolidación del COPINH como organización indígena vino a dar voz a un actor social hasta ahora negado por los movimientos sociales tradicionales, los y las indígenas.
Su relación con el Estado y las élites ha sido de tensión, confrontación y denuncia permanente.
Entrados los años 2000, el COPINH impulsa con otras organizaciones nacionales un espacio de lucha multisectorial y pluriétnico llamado Coordinadora Nacional de Resistencia Popular, que juega un papel vital en la contención del ALCA y el Plan Puebla Panamá. A nivel internacional, pertenecen a la Convergencia de Movimientos y Pueblos de las Américas (COMPA), al Frente Mesoamericano Contra Represas, a la Red Latinoamericana por el Agua y los Ríos, a la Campaña Mundial de Boicot contra el Banco Mundial, a la Campaña de Desmilitarización de las Américas- CADA, a la Red de Comunicación Centro Americana, a la campaña Centroamericana por la Soberanía Alimentaria y contra Transgénicos.
Gracias a la visión integral de Berta, la lucha del COPINH evoluciona, pasando de una lucha contra el capitalismo depredador hasta un un proceso antipatriarcal y descolonizador.Berta puso la lucha anti patriarcal en el centro del discurso trabajando para que la igualdad y la lucha contra la violencia hacia las mujeres se instalaran en el COPINH rescatando figuras e historias ancestrales, potenciando el liderazgo de las mujeres y la responsabilidad sobre las tareas domésticas por parte de los hombres. De hecho, uno de los objetivos de la organización es “Impulsar un proceso para elevar la participación y toma de decisiones de las mujeres (en plural) hasta alcanzar la equidad de género. Denunciar el atropello contra las mujeres”. Los vínculos del COPINH con organizaciones de mujeres y feministas nacionales e internacionales crece con su historia.
En el 2009 Berta acompaña la candidatura independiente como designada a la presidencia del país. El Golpe de Estado contra Manuel Zelaya Rosales el 28 de junio de ese mismo año plantea un nuevo escenario de lucha. El golpe fue la respuesta totalitaria de la oligarquía hondureña al giro que durante los últimos años de su mandato Zelaya dio hacia los sectores sociales hondureños y su alineamiento con los nuevos gobiernos de izquierda de América Latina.
En el marco del golpe de estado surge un movimiento de resistencia popular de proporciones inéditas en Honduras en el que se encuentran organizaciones indígenas, ambientalistas, feministas, LGTB, negras, sindicales, estudiantiles y progresistas hondureñas. Es la primera vez que muchas de estas organizaciones luchan unidas.
Berta Cáceres es fundadora de este espacio y juega un papel de primera línea en el mismo. Para muchos sectores, la confluencia no se concibe como un instrumento de defensa del gobierno de Zelaya a ultranza, sino como un movimiento en defensa del estado de derecho y la resistencia contra la remilitarización del país que, dada la historia reciente de Honduras, todas las organizaciones anticipaban como consecuencia lógica del golpe.
Durante el golpe de estado se acelera la concesión de territorios para la explotación minera e hidroeléctrica las cuales suman hoy el 35% del territorio nacional, entre ellas el proyecto de agua zarca en el rio Gualcalquer contra el que Berta lucho y por el que presuntamente fue asesinada. De igual manera, se impulsa la estrategia de otorgamiento de territorios nacionales a la inversión privada con las ciudades modelo, que finalmente no serán aprobadas.
Pese a la presión internacional y las denuncias de violaciones de derechos humanos el golpe no se revierte y da paso a unas elecciones realizadas bajo un ambiente de represión, un abstencionismo record y numerosas irregularidades. A pesar de ello, se concluyen y de ellas surge como ganador el candidato del conservador Partido Nacional, con Porfirio Lobo Sosa al frente, iniciando un periodo recordado por la remilitarización, la consolidación de la impunidad, el asesinato miembros de la resistencia popular y la profundización de la pobreza y la desigualdad social. La comunidad internacional reconoce paulatinamente el nuevo gobierno.
Durante este tiempo el movimiento social y la resistencia popular confrontan profundas discrepancias sobre la estrategia a adoptar y sobre los objetivos a buscar. Los meses de resistencia al golpe y su consolidación dejaron un movimiento social desgastado frente a una derrota y llegaba el momento de plantear un escenario de resistencia de baja intensidad. Sectores cercanos a Zelaya, a movimientos de izquierda y al movimiento sindical optan por la vía electoral y crean el partido “LIBRE, Libertad y Refundación”. El COPINH y los sectores más cercanos a los movimientos sociales y a la lucha territorial optan por una estrategia de acumulación de fuerzas y el repliegue táctico. Pese a las diferencias y en ocasiones tensas relaciones, ambas tendencias no rompen su encuentro en espacios de lucha transversales como el de la despolitización del sistema judicial y la denuncia de las constantes violaciones de los derechos humanos y la militarización de la sociedad.
Berta y el COPINH vuelven a sus comunidades donde tienen que enfrentar sus propias batallas en defensa de sus territorios y contra la expulsión de poblaciones por parte del ejército y las fuerzas de seguridad privada contratadas por las empresas ganadoras de las concesiones energéticas.
En el 2013 se convocan elecciones en Honduras. Un sector de las fuerzas de resistencia participa con la candidatura de Xiomara Zelaya en el partido LIBRE. Se denuncian irregularidades, pero vuelve a reconocerse el triunfo del Partido Nacional, con su candidato Juan Orlando Hernández consolidándose la tendencia precedente de violencia y la consolidación de la falta de confianza hacia las instituciones públicas. Durante este periodo se dan diversos escándalos, como la constatación de la relación entre la policía nacional y el sicariato y los carteles de la droga o el robo a la seguridad social del que se acusa al partido en el gobierno para financiar la última campaña electoral.
En este contexto extremadamente complejo, el COPINH centra su lucha en la defensa de sus territorios y recursos naturales. El COPINH se ha visto en luchas que van desde la expulsión de empresas madereras a la exigencia de títulos comunitarios para el pueblo lenca. Se ha enfrentado a más de quince proyectos hidroeléctricos y ha contribuido a la ratificación del Convenio 169 de la OIT sobre derechos de pueblos indígenas, tras una concentración histórica en el congreso nacional.
Entre esas luchas está el proyecto hidroeléctrico de la represa de Agua Zarca, que fue aprobado con una concesión a la empresa hondureña Desarrollos Energéticos SA, DESA, y logró el respaldo de la compañía china Sinohydro. Este proyecto pretende generar 21.3 MW mediante la concesión por 20 años del río Gualcarque, río sagrado para los indígenas Lenca. La presión del COPINH logra sacar a la trasnacional SynoHidro, la más grande del mundo en construcción de represas, del proyecto, aunque este continúa.
En 2015, Berta recibió el Premio Goldman, también conocido como el Nobel verde, en reconocimiento a su lucha en favor de los derechos del pueblo indígena lenca y de la madre tierra.
El 2 de marzo Berta era asesinada a tiros en su casa de La Esperanza. Hacía ya mucho tiempo que denunciaba el asesinato de miembros del COPINH y las amenazas a muerte que venía sufriendo. De hecho, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos había demandado al Estado hondureño su protección y resguardo policial.
Berta tenía claro que los intereses a los que se confrontaba tocaban los bolsillos de personas al más alto nivel. La oposición que ella lideraba cuestionaba la política central del actual gobierno consistente en abrir el territorio nacional a las empresas extractivas y al capital transnacional. Paradojas de la postmodernidad: en el 2015 Honduras fue el cuarto país latinoamericano que más invirtió en “energías renovables”, cabe preguntarse a que costo y a beneficio de quién.
A lo largo de la lucha Berta ya había visto caer a muchos y muchas de sus compañeras y otros tanto encarcelados; ella misma enfrento un proceso judicial durante largo tiempo acusada de posesión ilegal de armas en perjuicio de la seguridad interna del Estado de Honduras, en lo que ella acusaba ser un montaje.
Tras los previos intentos del gobierno por imponer la hipótesis de que el asesinato se debía a un conflicto pasional, los indicios hasta ahora recogidos indican una vinculación de la empresa DESA y ex cargos del ejército. 12 días después de su asesinato, otro miembro del COPINH, Nelson García, corría la misma suerte. El acoso y asesinato a defensores de derechos humanos, periodistas y activistas ambientales es el día a día en Honduras. 90% de éstos asesinatos quedan impunes.
Asesinaron a Berta porque demostraba que ES POSIBLE.
La asesinaron por su carácter transgresor, su indiscutible liderazgo dentro de los movimientos sociales y su capacidad estratégica para vehicular luchas.