Naty Lomas, colibrí valiente

 In Resistencias
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Naty lleva una vida en construcción, persiguiendo sus sueños, resistiendo ante lo que le habían inculcado que debía ser.

La música es testigo y herramienta de su evolución, de sus luchas y paces internas.
Desde el año pasado ha empezado a pintar óleo con los pinceles de su madre. Es su forma de acercarse a ella, de vivirla cerca.

Naty es un colibrí. Busca el néctar de las cosas, su corazón late fuerte, rezuma energía. Resistió al mandato para ser libre.

Nació en la década de los 60 en Villahermosa, un pueblecito a 106 Km de Ciudad Real. Es la mayor de tres hermanas. Su padre era maestro. “Mi mamá hubiese querido ser maestra y eso fue lo que le fastidió la vida, porque no le dejaron.

Nació en la década de los 60 en Villahermosa, un pueblecito a 106 Km de Ciudad Real. Es la mayor de tres hermanas. Su padre era maestro. “Mi mamá hubiese querido ser maestra y eso fue lo que le fastidió la vida, porque no le dejaron. La carrera se la dieron a su hermano, 4 años menor. “Un talento mi madre…, una artista. Pintaba oleo. Ella estaba para cuidar a sus padres, para casarse… por eso vivió con una terrible frustración”.

Sus padres querían que estudiasen; “mi padre siempre nos decía: yo quiero que seáis independientes”. Por eso, cuando Naty tenía 7 años se fueron a la ciudad. “Cuando nos fuimos a Ciudad Real mi madre se puso a estudiar dibujo y pintura. Estaba muy bien porque era muy buena pintando. De pronto, de la noche a la mañana empezó a decir que nosotras la necesitábamos, que tenía que estar en casa, dejó todo y se convirtió en otra persona. Algo le pasó”.

Ese cambio en su madre coincidió con su adolescencia, momento en el que empezó a tener dificultades con su familia. “Yo fui la rebelde. Era muy responsable, pero te vas dando cuenta de las mentiras que te rodean, sobre todo en el pueblo…, los chismes. La frustración de mi madre nos marcó mucho.”

Estudió magisterio en Ciudad Real y sacó un promedio que le dio acceso directo a una plaza pública. “No era el objetivo, pero lo conseguí. Tenía 22 años”.

En el tiempo que pasó hasta que le asignasen un destino, pasando las vacaciones en su pueblo, se enamoró. “El mensaje que siempre nos habían dado mis padres es que mientras no acabásemos la carrera, nada de novios. Yo nada. Justo acabo la carrera, me echo novio y no les gustó porque su familia era de izquierdas, comunista. Fue duro, no superamos lo de la España dividida. Lo viví en mis propias carnes y es duro. Justo ese año me dieron mi primer destino, lejos de Ciudad Real y él me acompaño”.

En ese tiempo en España se vivía una fuerte represión hacia las mujeres, lo cual se unía a la división ideológica. Naty optó por hacer su vida con ese joven sin aceptación de la familia. Como la mayoría de mujeres la época, “me educaron en el miedo. Tenía miedo de que se enteraran que vivía con él”.

Naty desarrollaba su carrera como maestra compaginándola con el arte, que era en realidad su pasión. “Me iba de titiretera cuando terminaba las clases. Hacía un espectaculo para niños y me recorrí con él todos los pueblos de titiretera. Titiretera, es lo que he sido toda mi vida, titiretera de pueblo en pueblo”. Además de esto, hacía teatro y cantaba. Cuando cumplió 4 años de profesora pidió una excedencia para estudiar teatro en Madrid; nunca se reincorporará al magisterio.

Estudió en Madrid en el laboratorio WILLIAM LAYTON. Allí vivía con una amiga, también teatrera. “Estudié teatro 3 años; tenía ahorros y yo vivo muy sencillamente, no necesito mucho. Me salían algunas cosas con lo de los títeres y el segundo y tercer año me dieron beca de la diputación”. Al terminar su formación de teatro, hizo una audición para la zarzuela de Tamayo y entró en los coros. Mientras trabajaba en esa obra, comenzó a montar su propio grupo musical.

“Por aquel entonces tenía unos 27 o 28 años. Puse un anuncio en el auditorio buscando músicos, porque yo estaba componiendo, y los encontré. Yo ya había pasado por un montón de discográficas, pero era la época en la que estaban de moda los grupos y no querían solistas. Justo conocí a unos muchachos y grabamos un demo con algunas canciones mías. Al que hacía los arreglos, que tenía unos 18 años, le presentaron en una fiesta al productor que descubrió a Alejandro Sanz y le dejó el demo. Al rato nos llamó diciendo que nos iba a producir 2 temas. Quería meternos en Warner, pero la discográfica no lo aceptó porque justo ese año habían firmado a Presuntos Implicados, que era también un trío. Realmente qué mala suerte. Pero nos metió en Virgin. El grupo se llamaba Nativos, y el primer single lo tuvimos en los 40 principales un tiempo”.

Vídeo de Nativos

Vídeo de Nativos

Las cosas con el grupo no terminaban de funcionar bien. Y “Virgin ese año, que había sido siempre una discográfica independiente con un súper catálogo, se vendió como sello a EMI y esta compañía no nos ofreció apoyo pues tenía que atender la promoción de sus propios artistas nacionales. Algunas veces he estado muy cerca, pero no, no me tocaba a mí”.

Por aquel entonces, su novio se había ido a México en uno de sus múltiples viajes. “La relación no estaba funcionando, pero yo había roto con muchas cosas por él y me costaba dejarlo”. Su todavía productor le ofreció un billete de avión para ir a visitarlo y, de paso, cambiar de aires. “Mi novio estaba viviendo en un foro de teatro así que me fui para allá. Esto fue en el 92”.

México la atrapó, convirtiéndose poco a poco en su hogar. “Lo que más me gustó fue llegar a un lugar donde estaba rodeada de gente como yo, teatreros, artistas. Yo tenía un costal de miedo, de culpas… un costal. A veces uno huye, estaba huyendo de algo que me causaba dolor. Y de repente estoy en un ambiente de teatro, muy divertido. Mi palabra favorita es apapacho. Es lo que define lo que hizo México conmigo cuando llegué, apapacharme. Es un carácter luminoso, aunque también hay una parte negra”.

En el teatro estaban a punto de estrenar “Los hijos de Kennedy”, de Robert Patrick. “René Pereira, el dueño del teatro, me oyó cantar y se le ocurrió meterme en la obra. Una obra que hablaba de los 60, donde las jóvenes buscaban su libertad. Había 5 monólogos y yo tenía 5 canciones. ¡Yo no había cantado en inglés en mi vida!. Los personajes sacaban toda su frustración, era gente que había tenido unos sueños y la sociedad se los había comido. La hippie decia ¿de qué sirvió todo lo que hicimos? Pero dejaron la semilla, todo lo que nos dieron los 60…”

Su novio se fue y Naty se quedó con la obra. “Muy gracioso, porque el que viajaba era siempre él y la Naty sale una vez y se queda”.

Su estancia era temporal, pero surgían siempre cosas que le hacían permanecer más tiempo en el país. “México me iba poniendo anzuelos y yo así, flojita y cooperando”.

Se fue a Nueva York con el grupo de teatro y, por aquel entonces, empezó una relación con un actor del foro y dejó a su novio. “A mí me parecía todo tan romántico, yo estaba muy feliz. Porque yo no había tenido nunca un noviazgo feliz. Yo creía que iba a ser sólo una aventura y pensaba regresar a España al volver de Nueva York, pero al final me enganché con ese chavo.”

Hacía ya 5 meses que Naty estaba instalada en el Foro y pensó en mudarse. “Le dije a René que ya me daba pena, pero me dijo que no había problema, que no me preocupase, estuve allí 2 años.

El tiempo transcurría y Naty fue haciendo su vida en México, trabajando, siendo arropada por la vida. “Tengo que agradecer varias cosas en la vida, el apoyo de mis hermanas y la gente que aparecía cuando lo necesitaba. Cuando regresé de Nueva York recibí una llamada de mi productor en España de que venía Alejandro Sanz a su primer concierto en México, venía a presentar “Pisando Fuerte”. Les acompañé y me dedicó una canción “esto es para una amiga mía, que no pierda la confianza”. Con el dinero que me dió fui tirando el primer tiempo. Después me salió otro trabajo con Warner, promocionando el disco de Madona “Erótica”. Iba haciendo trabajillos y no tenía que pagar la casa. Más tarde fui a hacer a la radio la promoción de “Los hijos de Kennedy “ y llevé mi disco de Nativos; justo ese día estaba en el estudio un músico que es el director de una orquesta llamada “Liverpool Ensemble” que interpreta temas de los Beatles. Me escuchó, me habló de su orquesta. Me dijo que iban a empezar a revisar los arreglos sinfónicos para trabajar con un nuevo grupo y me hizo una invitación para esa temporada. Posteriormente monté otro grupo, me salió un trabajo en un bar por las noches. Después ya me llamaban otras personas, me invitaban para eventos y ahí ya me pagaban mejor. Tenía trabajo todos los fines de semana con un grupo de baile, con un buen repertorio. Tocábamos en cenas. Teníamos un tepertorio muy bonito, muy variado. Con eso estuve como 9 años”.

La idea de volverse a España se iba retrasando y Naty iba haciendo su hueco en su nuevo país.

“Los españoles somos muy preocupones, controladores. Ellos no, pero son menos organizados. Deberíamos aprender mutuamente para liberarnos.”

Por esos tiempos Naty se casó con su novio. “Yo estaba como adolescente, viviendo mi noviazgo. Casándonos él también me ayudó, pues yo estaba renovando la visa y era un problema. Estuve ilegal bastante tiempo. Mi madre vino a mi boda. Estuvimos 2 años de novios y dos de casados, pero se acabó”.

Con el divorcio le volvieron muchos miedos e incertidumbres. “México me había puesto cosas fáciles, se iban dando las oportunidades y yo cooperaba, fluía. En ese momento me pregunto ¿qué hago? ¿me voy? Tenía 34 años. Todo lo que traía colgando salió en ese momento. Todo era un pozo oscuro, tenía un pavor terrible. Vergüenza de regresar a España con el rabo entre las piernas, miedo de no saber que hacer.

No le dije nada a mi familia, tenía miedo de ir y que mi madre me dijera, vesrebelde. Una amiga me llevó a conocer a un terapeuta, David, que ha sido mi maestro de reiki. Ahí es cuando empecé el trabajo, entré en un camino de consciencia imparable. De ahí salieron tres discos: “Amante del mar”, “Alquimia” y “Corazón luna”. He vivido mis más y mis menos, porque fue mucha soledad. Pero México me ha dado la posibilidad de vivir cantando, como la cigarra”.

Además de componer, produce todo el trabajo de sus discos. “Lo que gano como intérprete me lo gasto como compositora. Nadie me ha ayudado en eso, lo he hecho yo sola. Más que nada, esas canciones, yo que soy una artista de corazón, me han servido para expresar mi proceso. Ha sido como una catarsis. Sustancialmente una catarsis, la trilogía “Veredas del alma” es una catarsis”.

Sus canciones van relatando su proceso, de dónde viene y hacia dónde quiere ir. Como a todos los emigrantes, le golpea la idea de si debe o no regressar a sus raíces, a su país. Igualmente, la desprotección que da vivir lejos de los suyos, junto al paso de los años, y vivir del arte, profesión muy inestable, le provocan dudas. “Mi voz, de alguna manera, ha sido la que me ha llevado a explorar unos caminos diferentes de los que estaban marcados para mí. Este año, como por febrero, empecé una historia que se llama “Biografía de una voz…ser para cantar y cantar para ser” y fue así como empecé a recuperar todo lo que traía atrás. A veces se nos olvida todo lo que cargamos y las cosas que hemos tenido que enfrentar. Yo soy una persona muy valiente. Y sí he pasado temporadas de muchísimo miedo, muchísima inseguridad. Además se va muriendo gente , tus amigos, que eran también una especie de familia. Hay que hacer que la dicha venga de ti. Claro que me entra miedo, pero pienso que siempre ha llegado la gente que tenía que llegar en el momento adecuado, eso es lo que va a seguir pasando. El arte para mí es una proyección de mi trabajo interno como ser humano. He trabajado mucho con la dualidad, y es la piedra fundamental de mi trabajo. La parte del ser humano, de su luz y su oscuridad. Llegas a la luz reconociendo tus partes oscuras, tus heridas, tus temores, todo lo que has tenido que hacer para sobrevivir.. Pero ya no se trata de sobrevivir, sino de vivir con plena libertad. Aceptando lo que eres”.

Lo que más le ha costado en la vida es afrontar la soledad y reconstruirse en el desapego. De lo que más orgullosa se siente es “de mi integridad como persona. No me he traicionado,he sido siempre muy fiel a mi corazón y mis sentimientos. No he engañado a otras personas ni me he engañado a mí misma. Y si me he engañado, mi conciencia no me ha permitido estarlo mucho tiempo”.

Actualmente encuentra en la pintura una vía de comunicación con su pasado. Vive un nuevo inicio en el que navega entre continentes, siempre en busca de la felicidad.

Solidaria, luminosa, Naty Lomas es una valiente que se construye responsablemente día a día,aceptando sus luces y sombras, y las de su entorno.
Es un colibrí. Libre.


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