DÍA DE LAS PERSONAS COOPERANTES
Por enésima vez, vivimos momentos de promesas por mejorar y valorar a las personas cooperantes, con discursos que, por la lejanía con la realidad de la profesión, calan poco en los y las homenajeados.
Si en 2005 dentro la la profesión había grandes esperanzas, creo que tras tantos años de promesas, instrumentalización y retrocesos, el ambiente no es ya el mismo. Podría serlo, pues podríamos creer que la ley que está a punto de salir del horno producirá cambios necesarios; yo sería la primera en celebrarlo. Desgraciadamente, y desde el conocimiento del sistema de cooperación internacional y español, creo que no se cambia una estructura sin revisar los pilares y los problemas de fondo.
La Cooperación Internacional para el desarrollo- CID- y la Acción Humanitaria-AH – son áreas de trabajo muy técnicas y complejas, con problemáticas y necesidades específicas de las personas cooperantes, cuya vida y labor es muy diferente a las habituales en un país.
Un cooperante debe poseer una formación (y permanente ampliación y actualización de la misma), experiencia, actitudes y aptitudes muy particulares y, por supuesto, vocación de servicio público, una conciencia internacionalista, antiracista y feminista. Se nos requiere una formación y experiencia altísima (nada comparable con otras áreas de trabajo) y, en España, esta demanda está lejos de la valoración social y profesional que reciben..
En España es muy complejo mejorar la política y gestión estratégica de la cooperación, en gran parte porque los cooperantes están subrepresentados en la toma de decisiones. En el organismo central, aecid, los puestos de decisión son ocupados mayoritariamente por diplomátic0/as y funcionariado no especializado en CID.
Par una cooperación de calidad, el truco es contar con cooperantes. Para una cooperación feminista, se requieren instituciones y personas feministas.
