MORENA HERRERA, UNA MONTAÑA DE EL SALVADOR

 In Resistencias
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Entrevista realizada el 30/05/2020 por María Castro Serantes, que debía haber sido publicada en una revista académica que el covid19 complicó

Morena Herrera (El Salvador, 1960) es una de las feministas cuyo nombre una conoce rápidamente al llegar a Centroamérica, si no antes (como fue mi caso). Experta en género y desarrollo, es muy reconocida por su activismo por la igualdad de género y contra la prohibición del aborto en su país. Ha realizado investigaciones sobre feminicidios, ciudadanía y participación política de las mujeres, movimientos sociales de mujeres, consecuencias de la penalización absoluta del aborto, entre otros temas. Es presidenta de la Agrupación Ciudadana por la despenalización del Aborto y forma parte de La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local.

Exguerrillera del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), fue socia fundadora de Las Dignas (Asociación de Mujeres por la Libertad y la Vida), una destacada militante por la construcción de la paz y ha ejercido como concejala y diputada.

Usted ha pasado por todas las posibilidades de lucha: guerrillera, fundadora y militante en organizaciones feministas, escritora, profesora, política… ¿Cuál fue el rol de las mujeres en la guerra y los acuerdos de paz? ¿Fue reconocido?

No podemos hablar de un solo rol. Como somos las mujeres diferentes, también jugamos diferentes papeles.  Por ejemplo, en el seno de la guerrilla urbana hubo mujeres destacadas en algunas acciones de comandos urbanos que jugaron un papel como combatientes, como jefas de comandos urbanos. No tenían un reconocimiento como mujer como tal, sino como una compañera del comando. Y en la guerrilla rural también hubo mujeres en diferentes instancias, aunque ahí yo diría un pero: en las instancias de decisión había muy pocas mujeres. Eran espacios más bien masculinos con la incursión de alguna mujer que destacaba y que podía ser admitida, digamos, pero sobre quienes siempre había cierta sospecha de que no van a poder.

Aunque había mujeres combatientes muy destacadas, eran mayoría en las instancias de sanidad como enfermeras (enfermeras de combate o en los hospitales de campaña) en las estructuras de cocina… En algunas ocasiones, cuando tocaba, los hombres también cocinaban, pero sólo si no había mujeres. Digamos que se mantenía en la guerrilla lo que conocemos en el feminismo como la división sexual del trabajo.

Hubo mujeres combatientes. Esa presencia femenina en la guerrilla era un cambio muy importante; la incursión de las mujeres en el verde olivo. Tuvo reconocimiento, aunque no genuino como aporte femenino, sino que las mujeres empezamos a ser vistas o como las grandes madres (cuidadoras de todos los demás) o como las entregadas; no como la mitad de todo.

En algunos casos fuimos más de la mitad. Por ejemplo, quienes sostuvieron a la guerrilla con apoyo logístico, social, alimentos… fueron mayoritariamente mujeres. Yo recuerdo a las mujeres cocinando, preparando café, haciendo tortillas… Los muchachos, porque yo era parte de los muchachos, llegábamos y ellas nos daban de comer.

Cuando en Las Dignas[1] estábamos discutiendo los resultados de una investigación les digo yo: “se dice que como El Salvador no tiene montañas, la montaña es el pueblo. Pero revisando estas páginas y leyendo todo esto, yo creo que ese pueblo tenía género-les digo-, ese pueblo eran mujeres”. Yo ocupaba un papel más bien masculino durante la guerra, el de los muchachos, pero esa montaña que nos alimentó era femenina. Y de ahí nace el libro que se llama “Mujeres Montaña”.

¿Existe una relación entre esa participación de las mujeres en las guerrillas y el nacimiento de organizaciones feministas en El Salvador?

Había organizaciones de mujeres antes de que terminara la guerra, pero eran pocas. Aunque tenían algunas demandas de mujeres específicas, en el caso de El Salvador sobre todo estaban enfocadas en lograr la paz, en lograr terminar la guerra; esa era la principal demanda social. No es automático que sales de la guerrilla y pasas a una organización de mujeres. No, a ver, incluso yo diría que la mayoría de las mujeres que pasaron por la guerra o por los refugios no se fueron a las organizaciones de mujeres; la mayoría cerró paréntesis y regresó a su casa a intentar rehacer la vida. Algunas continuaron en la política partidaria, otras decantamos hacia la construcción de organizaciones de mujeres.

En el caso de El Salvador, y en el caso de Las Dignas en particular que es el grupo con el que yo participé, surgimos del reclamo de no querer repetir la misma historia de entregar la vida en una lucha que no nos contiene como mujeres, que no nos está representando.  Y eran unos NO, NO, NO. O sea, no sabíamos bien lo que queríamos hacer, pero sí sabíamos lo que no queríamos hacer: no queremos seguir luchando o seguir impulsando una lucha que postergue nuestros intereses.

¿Y cómo es este surgir de organizaciones feministas en los 90?

En Nicaragua también hay un proceso importante en el 90, que tiene que ver con el cambio de gobierno y con terminar la guerra. Ahí ya venía un colectivo o grupos de mujeres planteando demandas feministas; pero no como movimiento. Es en el 90 que hay un repunte importante.

Aquí hay un fenómeno y es que el FMLN[2] no era una sola organización, el FMLN eran cinco organizaciones en una alianza estratégica para ganar la guerra. La gente siempre mira el FMLN como una sola; ahora sí es un solo partido, pero en ese tiempo eran cinco. Cinco con direcciones cada una, con estrategias específicas cada una. Con coordinación y acuerdos como comandancia, etc., pero eran cinco. Por ejemplo, las luchas sociales se reproducían en la mayoría de las veces a cinco. Es decir, había cinco movimientos campesinos, cinco movimientos sindicalistas, cinco comités de madres de presos y desaparecidos … Entonces, había cinco organizaciones de mujeres.

Había una quinta organización que no era de los cinco partidos sino de un movimiento social cristiano que era del FDR,[3] el Partido Socialcristiano. Las Dignas hubiéramos sido la sexta y nosotras dijimos que no.  Dijimos: no vamos a ser las representantes de éstos ahí y nos negamos. Recuerdo una reunión con compañeras del movimiento de las cinco y me decían: “queremos saber por quién vienen, si vienen en representación de la RN[4]  o  de Las Dignas”. Y entonces le digo yo: “a mí no me parta; yo todavía soy militante en la RN y, por tanto, del FMLN; soy de este grupo que estamos creando que se llama Las Dignas, soy mujer, soy madre y me estoy encontrando con mis hijas… ¡Soy todas esas cosas en este momento! ¡No me partan!” Entonces me dice una de ellas: “hemos hablado con los hombres de tu partido y les hemos pedido que nos digan con quién podemos coordinar el esfuerzo de mujeres y han sido incapaces de decirnos con quién tenemos que coordinar”. Y le digo yo: “es que no nos coordinan porque nosotras no vamos a dejar que nos coordinen, porque no queremos que nos coordinen; queremos coordinar con ustedes como organización de mujeres, pero no queremos ser representantes de ellos en esta mesa”

Esa fue más o menos la discusión. Ahí nace el debate sobre la autonomía respecto de los partidos que formaban el FMLN en El Salvador, que tuvo costo alto. Esta lucha por la autonomía en otros países ya se había ganado; en otros países latinoamericanos ya había distancia, las organizaciones de mujeres tenían planteamientos más autónomos, pero a nosotras nos costó un montón. También era muy pronto; estoy hablando de un debate antes de la firma de los Acuerdos de Paz, entre el 90 y el 92. Nos veían con desconfianza los compañeros y las compañeras también.

Claro, y en estos momentos, ¿cuál era la agenda? ¿Había organizaciones feministas?

De mujeres diría yo más que feministas. Estábamos en proceso de discusión del feminismo, de encuentro con el feminismo.

¿Y cuáles serían las características diferenciadoras, si las hay, del movimiento feminista salvadoreño o el movimiento feminista centroamericano?

Hicimos un trabajo de investigación desde La Corriente[5] en el 97 que se llama “Movimiento de mujeres en Centroamérica”. Es de hace más de 20 años, pero ahí hay un estudio de caso sobre cómo fue el surgimiento, la evolución en cada uno de los cinco países. No está Panamá; está Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala.

Yo diría que una de las características del movimiento en ese momento es todos esos conflictos en relación con la autonomía, porque una buena parte de las integrantes de ese movimiento venimos de esa participación de la izquierda. Izquierda guerrillera o izquierda partidaria, pero tenemos unas huellas muy profundas. Algunas las admitimos más y otras menos, pero son huellas profundas.

Otro hito: en 1990 algunas centroamericanas participamos en el Encuentro Feminista en Argentina y nos propusimos para ser sede del siguiente encuentro. Eso nos permitió encontrarnos porque éramos de grupos y de organizaciones de cada país, pero no nos conocíamos; tan cerquita y no nos conocíamos ni nos reconocíamos.  Ese proceso nos permite empezar un camino de reconocernos, de encontrarnos. Organizamos encuentros nacionales y empezamos a construir agenda de los movimientos de mujeres, y para marzo de 1992 organizamos en Nicaragua, en Montelimar, el primer Encuentro Centroamericano de mujeres. Le llamamos encuentro centroamericano de mujeres y no encuentro feminista. Aunque su contenido era feminista, no nos atrevimos a llamarle feminista. Había un temor porque el feminismo todavía era mala palabra en esta región. Sin embargo, el 96 se realiza aquí en El Salvador el Sexto Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, ese que nos trajimos desde Argentina, y aquí sí no tuvimos de otra porque era encuentro feminista. Todo esto también significó una evolución para las propias mujeres que estuvimos participando en este proceso.

En el caso de El Salvador, el proceso de preparación del Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe nos permite construir el primer programa de demandas de las mujeres autónomo. Fue un proceso muy amplio, muy participativo. Ciento y pico demandas entre las que estaba ya la despenalización del aborto; nos costó que se mantuviera esa demanda.  ¿Por qué la querían quitar? No era porque estuvieran en desacuerdo, sino porque al FML le iba a incomodar que le planteáramos esa demanda; era ahorrarle al partido esa incomodidad. Todo esto estoy hablando de los conflictos con la autonomía también, que no era un todas a todo en el mismo tiempo.

Yo diría que toda esa primera etapa es un proceso de construcción, de identificación. Poco a poco la palabra feminista nos iba generando menos alergia y vamos comprendiendo su significado.

También diría yo que para esa época era un movimiento de mujeres con la cabeza muy urbana y las patitas, los cuerpos, muy rurales. Y unos movimientos muy jerárquicos donde se esperaba la línea y había poca coordinación de las cercanas. Por ejemplo, si vivía en un municipio no me podía relacionar con una organización cercana territorialmente, sino que me relacionaba con mi coordinación, con la organización o con la ONG con cabeza capitalina. Yo estaba en las cabezas capitalinas y éramos organizaciones o movimientos muy jerarquizados y con ese carácter heredado de concepciones un poco feudales de la lucha social. De las luchas sociales inspiradas desde la izquierda.

Y Ahora, ¿qué sería lo que diferencia al feminismo centroamericano o lo más resaltable?

Es un movimiento que ha crecido, se ha ampliado. Se ha ampliado muchísimo territorialmente hablando. Bastante disperso. Desarticulado, pero con esfuerzo de articulación por momentos o por temáticas. Más disperso que concentrado, pero donde hay algunas demandas que han permeado más profundamente. La demanda de la no violencia hacia las mujeres es de las más sensibles, la que más articula.

Es también un movimiento que está enfrentando ataques muy fuertes. En este momento los adversarios de las propuestas del movimiento de mujeres y feminista está claro que han visto a las mujeres como enemigas y hay ataques, hay ganas de destruir. Unos niveles que una va viendo por distintos países. También hay esfuerzos de articulación centroamericana, ya no estamos totalmente dispersas como estábamos en los 90. Son esfuerzos de coordinación más temática que política, aunque tiene su carácter político.

Por ejemplo, La Sombrilla Centroamericana[6] lo empezamos a crear en el 2015. ¿Qué tenemos en común esas organizaciones?: Somos feministas, luchamos por derechos sexuales y derechos reproductivos, pero incluimos la demanda de despenalización del aborto o legalización, depende. ¿Por qué? Porque en la región hay organizaciones que defienden algunos derechos sexuales y reproductivos, pero no quieren enfrentar los costos de la estigmatización de hablar de la despenalización del aborto. Pues la Sombrilla dijimos ¡ay no! Si vamos a hacer un esfuerzo de articulación sobre este tema incluyamos esto como criterio, quien no quiera entrarle a esto que no esté en este espacio de confluencia. Estás articulaciones, están permitiendo un cierto nivel de descentralización, articulación descentralizada, lo cual hace más rica la participación.

Aquí en la región yo tengo la sensación de que algunas líneas se trabajan en red. La violencia, comparto contigo, es un vector de confluencia. ¿Hay redes y alianzas del movimiento feminista latinoamericano o centroamericano con una agenda común? ¿Existe el internacionalismo feminista?

A nivel latinoamericano sí hay un espacio que construye agenda pero que se nutre de agendas también; son los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe. El próximo será aquí en El Salvador; iba a ser en noviembre de 2020. Los encuentros feministas están desde 1981, este es el quince. No es un movimiento centralizado, aquí no tenés un Comité Central sino una función.  La primera tarea es construir un grupo que sea capaz de asumir la responsabilidad de preparar el encuentro para las feministas latinoamericanas y del Caribe. El grupo es el responsable de la talacha, de montarlo, pero el encuentro es de las feministas latinoamericanas. ¿Y cómo se hacen las consultas? Pues hay redes en Latinoamérica: las católicas, las afro, la red mujer y hábitat, la iniciativa mesoamericana de defensoras de derechos humanos…. Redes o espacios. Y consultamos también a las compañeras que hayan sido de las comisiones organizadoras de los encuentros feministas anteriores. Este encuentro no es de nosotras, sino de todas. La temática final de los encuentros es también un resultado de la deliberación feminista y tiene una agenda política. 

Los encuentros son momentos síntesis de procesos que vienen; los encuentros desatan procesos. En el año 81, en el Encuentro Feminista que hubo en Colombia, se acordó que el 25 de noviembre iba a ser declarado día de activismo contra la violencia hacia la mujer, es allí que nace eso y ¡mira ahora la connotación mundial que tiene! Algún día se reconocerá a esas cien feministas que hubo en ese encuentro. Después, yo estuve en el año noventa en Argentina; estuve en el taller que se acordó impulsar el 28 de septiembre como día de lucha por la despenalización del aborto, año noventa y hoy es una campaña internacional. Y otra más, en la clausura del décimo Encuentro Feminista que fue en Brasil en el 2005 hay una irrupción de las feministas jóvenes que dicen: “nosotras aquí no queremos seguir de una manera marginal o sólo siguiendo a las adultas”. Reclaman que hay adultocentrismo en el movimiento feminista y acuerdan la creación de una red de jóvenes feministas a nivel Latinoamérica y se forma la REDLAC[7] de juventud latinoamericana; ahora tiene una vida propia muy rica muy intensa.  

Otro debate que ha habido: ¿tienen entrada las mujeres trans en los encuentros feministas o no? ¡Ha sido una de debates fortísimos! Yo creo que en México fue en el año 2009 que hubo un nivel de conflicto, pues que les sacaban de los baños; pero ya en Perú la cosa fue distinta, aunque hubo su debate. “Si son feministas, ¿por qué sólo consideran a las mujeres así nacidas?”, dicen unas. “Pero es que han nacido con privilegios porque eran hombres”, dicen otras. Ahí está el debate. Pero ya en Uruguay, no recuerdo cuál fue la estrategia que usaron las compañeras, pero no se puso en debate; estuvieron, se integraron. No quiero decir que sea un tema agotado, pero bastante agotado.

¿Existen articulaciones y alianzas del movimiento feminista centroamericano y el español?

Sí, ha habido relaciones y hay relaciones de colaboración, de reconocimiento también. Yo pienso que hay organizaciones del estado español que reconocen más los aportes latinoamericanos y hay otras que menos, que más bien piensan que aquí hay que venir a enseñar. Pero en general sí ha habido una buena relación y hay compañeras que mantienen un intercambio, hay también deliberaciones allá y cambios. Por ejemplo, hay un grupo de organizaciones que han trabajado con la cooperación internacional que han conformado, no sé si es red no me acuerdo, pero se han ido decantando por hacer una cooperación feminista y ha sido muy interesante el intercambio que hemos tenido con ellas. Ha sido muy rico, pero no son las únicas, ha habido varias.

¿Cuál es el rol de la cooperación internacional en la historia pasada y actual del feminismo en Centroamérica? Porque es verdad que en esta región hay mucha cooperación internacional para el desarrollo y ha habido momentos diversos en relación al trabajo con organizaciones feministas.

Primero, hay que decir que la cooperación con inspiración feminista es la menos. Los grandes volúmenes de recursos de la cooperación van para otros caminos. Los la cooperación bilateral a la cooperación con ONG, los grandes montos son para otras cosas, lo que llaman “desarrollo”, y hay dificultad para ver que el desarrollo no es neutro en términos de género. Pero cuando se ha comprendido la importancia de trabajar la superación de las desigualdades entre hombres y mujeres como un factor de desarrollo, como un factor de justicia también, ha sido una contribución importante. Pero es la minoritaria.

Y qué quieres que te diga, yo he pensado siempre que debe haber políticas institucionales de cada organización y no debe depender de la gente, pero poco a poco me he ido convenciendo de que eso no es así, que es importante la definición de las políticas pero es muy importante también cómo piensan las personas concretas que están en las instituciones, porque ellas hacen de las políticas una interpretación u otra,  prioritaria no. Aunque es importante que haya un marco de política, no quiero restarle importancia, puede haber un marco de políticas de cooperación enfocadas a promover la equidad de género y si la gente que está implementándolo no lo ve prioritario no hace nada. Las personas son muy importantes y pueden también evolucionar.

Por ejemplo, hace unos años, nos dijeron de la embajada de España o de la AECID, no me acuerdo: “hay una delegación europea que viene al país en una visita y quisieran visitar Suchitoto el domingo en la mañana”. Nos dijeron que estaban interesados en conocer situaciones de salud sexual y reproductiva y como habíamos tenido una feria con escuelas sobre salud sexual y reproductiva, derechos sexuales y reproductivos, sacamos todos los carteles. Pensamos en hablar poco y que digan mucho las paredes. Nos logramos reunir un buen grupo y tras la conversación dice uno de la delegación: “qué lástima que no nos encontramos con ustedes antes de hacer el recorrido que acabamos de hacer con instituciones del gobierno porque ellas nos han dado información que debimos haber tenido antes”. Entonces yo pensé, este maestro está haciendo buenas preguntas, así que le pregunté por su profesión y me dijo que era médico y senador del Partido Popular. “Mire – le digo yo- en realidad necesitamos que venga otra vez porque a los que tenemos que convencer son a los de derecha, a los de ARENA, y usted siendo senador del PP y teniendo ese planteamiento que tiene, comprendiendo lo que estamos viviendo aquí, tiene más pegue con ellos. Traemos a uno del PSOE o a uno de los otros y no lo van a escuchar, pero a usted sí  y siendo médico mucho más. No te voy a cansar con todo lo que tuvimos que hacer, pero el señor vino y la embajada nos apoyó, y la Asociación de Planificación Familiar Madrid también apoyó para que viniera. Tuvo reunión con gente de la derecha, intervenciones en la tele, en el periódico reportaje doble… Después hablaron los grupos anti derecho mal del señor diciendo que había venido como injerencista, pero bueno, en la pelea porque cambiara la ley el vino a ayudarnos, porque comprendió que era importante.

¿Y qué aspectos crees que son negativos de la cooperación?

Creo que ha habido toda una situación de desmantelamiento de las instancias de la cooperación en general y del Estado español en particular. Eso ha tenido un impacto fortísimo en las organizaciones de mujeres en la región, porque la principal contribución de recursos venía de ese lado y ha significado, en algunos casos, la desaparición de organizaciones o de estructuras que dependían de esos recursos. Alguna se ha logrado reciclar, re-crear y hacer otras cosas, pero ha sido un golpe fuerte. Creo que también afecta la discontinuidad de las políticas, que tiene que ver con la gente también.

Yo estoy de acuerdo obviamente con la rendición de cuentas, con la transparencia,… pero creo que con el acuerdo de París a veces se le da más importancia al tema de coherencia con las políticas nacionales. Y las políticas no siempre están alineadas con las necesidades que tiene la gente que está luchando contra las injusticias. Otra debilidad que yo veo es que a veces se le da más prioridad al tema de cómo se rinden cuentas desde un punto de vista técnico y no a los procesos que se han podido impulsar. Por una parte, esa disminución de los recursos para las políticas de cooperación y, por otro lado, ese acento en la alineación con las políticas gubernamentales que no miran a los otros actores. Con el tema del acento técnico en la rendición de cuentas que no analiza los resultados, no importan tanto lo que hayas hecho en el fondo, sino que tenga una buena rendición de cuentas. Esas serían dificultades que yo vería, debilidades. Y con la disminución de los recursos se generan unas competencias por recursos entre las organizaciones, y eso al final nos termina debilitando.

Para ir cerrando Morena, ¿Crees que hay un internacionalismo feminista?

Yo lo vivo que sí, que hay. Pero esa manera de ver el internacionalismo feminista no es una internacional feminista jerarquizada. Aunque hay organizaciones globales como AWID[8], por ejemplo.  Yo creo que sí hay, en el sentido de que más allá de las diferencias que pueda haber entre organizaciones, entre corrientes, … hay una identificación de que si eres feminista estoy contigo y si te pasa algo, te voy a apoyar.

Nosotras, por ejemplo, a nivel de Centroamérica y México en los últimos años hemos tenido que volver a desarrollar formas de acuerpamiento entre feministas, una estrategia de protección de defensoras que significa recibirte, aunque no te conozca, por saber que estás luchando por defender los derechos humanos y que por eso te están jodiendo, así que te voy a apoyar en lo que pueda. Vivimos recibiendo y apoyando. No todas las que recibimos son maravillosas, pero son defensoras de derechos humanos y tenemos el compromiso de apoyarlas. Y yo sé que si me pasa algo y me tengo que ir de aquí, tengo a donde llegar más allá de las amigas.

Eso por una parte y, por otro lado, te quiero contar un detalle, como por el año 2017 o 2018 que estábamos en una pelea fuerte aquí porque creíamos que se podía discutir la despenalización del aborto,  había otra movida en Polonia. Y la cosa es que alguien me mandó una foto de unos carteles de mujeres de Polonia que decía “no queremos vivir como en El Salvador”. Entonces ¡Bien!, dije yo. Las imprimimos y les dijimos: miren, así se está viendo El Salvador. Nosotras no tenemos contacto con ellas, pero aquí están las polacas protestando contra su gobierno, pero de alguna manera fortaleciéndonos a nosotras.

Allá como el año siguiente, yo estaba colaborando con Amnistía Internacional y me convocaron a una reunión en Varsovia y me decidí a ir a buscar a las polacas que hicieron ese cartel. Así que cumplí con la reunión de Amnistía, pero de ahí hice dos cosas: fui a conocer Auschwitz y fui a conocer a las polacas. Escribí a una periodista polaca que vive en París y me vi con ellas en Varsovia. Yo solo quería saber de ellas, cómo era que habían sabido de El Salvador, pero fue muy importante para mí y me enriqueció saber las condiciones en las que están luchando ellas y ,además, saber que estamos en la misma esquina, en la misma lucha y sabernos, independientemente que no nos conozcamos.

¿Y qué le pedirías a las feministas españolas y a la cooperación internacional que se dice feminista para apoyar en esta región?

Creo que es importante que sepan que Centroamérica es uno de los lugares donde las mujeres enfrentamos las peores condiciones en materia de derechos sexuales y derechos reproductivos. No digo que no haya otro tipo de problemas, pero aquí el hecho de ser mujer te marca; sobre todo mujer joven, pobre, … Ya sabemos que las otras determinantes sociales no están ausentes, al contrario, lo agudizan. Pero en Centroamérica coinciden. Otras regiones del mundo son importantes también en la lucha por los derechos de las mujeres, pero aquí coinciden los países con más altos índices de feminicidios y de violencia; países con los más altos índices de embarazos en niñas y adolescentes y la penalización absoluta del aborto. Así que creo que es importante que se informen, que conozcan esta realidad y que una vez conociéndola puedan mantener un intercambio de información que luego permita generar otras diferentes formas de colaboración: colaboración en comunicaciones, colaboración en procesos de formación, colaboración financiera, además de la cooperación técnica que es importante. Porque aquí necesitamos elevar la correlación social y política de fuerzas para convencer de que vale la pena salvar la vida de la mujer. No hemos convencido todavía. Hay datos y datos sobre niñas embarazadas y que han parido, de criaturas que están ya criando en este momento. Eso es un sangramiento de la posibilidad de construir proyecto de vida y hay indiferencia social no logramos que eso genere otra actitud más allá de la indiferencia. Se sigue legitimando, sigue pasando, no pasa nada.  Yo sí creo que es importante enterarnos. Hay otras desigualdades sociales y eso, pero el punto de nacer mujer aquí, o de ser mujer si eres mujer trans, … no se ha decidido salvar la vida de las mujeres. Que se siga negando la anticoncepción de emergencia en Honduras o los distribución de anticonceptivos en toda la región es muy grave¿Qué va a pasar con esos miles de embarazos no intencionados? Algunos son producto de violencia sexual. Vamos a pasar a un aumento de abortos inseguros, ilegales, más mujeres presas.

Yo creo que la condición femenina aquí, sobre todo si eres pobre, tiene unas dimensiones muy crueles.


[1] http://www.lasdignas.org.sv/

[2]  Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), El Salvador.

[3] Frente Democrático Revolucionario, El Salvador.

[4] Resistencia Nacional, El Salvador

[5] Red feminista centroamericana integrada tanto por colectivos, como por activistas a título individual.

[6]https://www.facebook.com/SombrillaCA/

[7] https://jovenesredlac.org/

[8] Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID). https://www.awid.org/es


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