Suyapa Martínez Amador. Lucha y decepciones por llegar a una izquierda feminista.
Suyapa nació en San Pedro Sula, Honduras, el 3 de enero de 1964. Su madre era trabajadora doméstica y su padre jornalero. Tuvo dos hermanos varones, uno músico y otro zapatero; al músico lo mataron a los 22 años cuando ella tenía 15.
“Estudie en una escuela de niñas, aunque pasé por varios colegios. Como vivíamos en cuartería nos andábamos cambiando de casa continuamente; nos pedían la casa porque no podíamos ajustar el dinero para la renta”.
Su entrada en la militancia política inicia con el movimiento estudiantil.
“Cuando pasé al instituto participe en grupos teatrales, en la banda, toqué lira. Fui miembra de los Comités de Lucha de Estudiantes de Secundaria (CLES) y del Consejo Central de estudiantes. Después fui al Instituto Tecnológico en Administración de Empresas (INTAE), donde continúo en la lucha con los CLES, pero se dividieron y pasé a formar parte del Bases Populares Revolucionarias de Secundaria BPRS. En mi lucha por mejorar la educación pública en el país y por tener mejores edificios de las escuelas participé en cantidad de tomas de centros educativos en un esfuerzo conjunto con la Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza (FESE)”.
En el Instituto Tecnológico en Administración de Empresas recuerda el impacto que le causó una maestra.
“Nos daba clase de filosofía y sociología, nos explicó las teorías de Marx y Lenin, la lucha de clases. Nos explicaba que los pobres no éramos pobres porque así hemos nacido, sino porque nos han puesto en situación de pobreza por la acumulación de riqueza; que había gente que se quedaba con toda la riqueza sin importarles que el resto del mundo se muriera de hambre. Así fui adquiriendo conciencia. Ella era dirigente del Colegio de Profesores de Educación media (COPEM) y fundadora del Centro de Estudios de la Mujer (CEMH). Me ofreció que llevara la contabilidad al CEMH como voluntaria y acepté. En ese momento yo trabajaba en el Registro Nacional de las Personas (RNP). Después me echaron de ahí y pasé a trabajar en el Instituto Nacional del TORAX que es un centro hospitalario donde me desempeñe en la farmacia”.
Su actividad política le llevó a dejar el país en diciembre del 83, experiencia difícil en la que sufrió incluso abusos por parte de un compañero de militancia. “El machismo imperaba entre la izquierda, además un machismo oculto, pues estabas en la clandestinidad y si denunciabas te acusaban de ser infiltrada. Entonces era difícil denunciar”.
Aunque en esta época Suyapa no se reconoce como feminista, las discriminaciones y violencias hacia las mujeres dentro de los movimientos de izquierdas le desconciertan y decepcionan.
De regreso en Honduras, empieza a estudiar Ingeniería Industrial, pero tiene que abandonarlo al no poder compaginarlo con el trabajo y busca una carrera que se lo permita.
“Fue así que me cambie a Contaduría Pública y Finanzas en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde estaba también con los frentes estudiantiles”.
En ese tiempo le toca vivir la desaparición de algunos amigos y conocidos. Son los años 80 en Honduras, época en la que existen escuadrones de la muerte entrenados por agentes estadounidenses y asesores argentinos con el pretexto de terminar con el comunismo, que para ellos estaba representado en las organizaciones de izquierdas. El triunfo de los Sandinistas en Nicaragua y la inestabilidad política en el Salvador hace que los Estados Unidos, bajo el gobierno de Reagan, vea en Honduras una plataforma perfecta para establecer un ejército contrarrevolucionario, “los contras”, para hostigar a los gobiernos vecinos y a los afines en el país. Todo ello se produce con la complicidad del gobierno de Suazo Córdova. Hubo un gran número de obreros/as, campesinos/as e intelectuales de Honduras, El Salvador y Costa Rica entre otras nacionalidades que fueron desaparecidos entre 1979 y 1989. De hecho, Honduras fue el primer estado en ser condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la desaparición forzada de dirigentes populares[1].
“Después de ir a la Universidad me iba en las noches a trabajar en el CEMH. Más adelante me pidieron que trabajase a tiempo completo y dejé ya mi otro trabajo. Ahí inicia mi lucha política feminista, participando en diversas instancias como la Red contra la Violencia hacia las Mujeres, que es una red que surge tras el asesinato de Ricci Mabel (que fue una estudiante de la normal mixta asesinada y violada por unos militares, dentro de los cuales estaba un coronel). También participaba en la red las organizaciones como Visitación Padilla, Comité Latinoamericano de Derechos de la Mujer Cladem, el Centro de Derechos de Mujeres CDM, el Centro de Estudios de la Mujer CEM-H, y luego este espacio se convirtió en el Colectivo de Mujeres Contra la Violencia, en la que yo fui miembra del equipo de coordinadoras”.
En el CEMH pasa de llevar la contabilidad a coordinar proyectos, al tiempo en el que trabajaba en incidencia política y comunicación. Más tarde el CEMH cambia su estructura a órgano de codirección se convierte en codirectora ejecutiva y después en una de las directora generales que ha tenido la organización desde su nacimiento.
Suyapa ha participado en política como candidata a diputada por el partido Unificación Democrática (UD) en 2005 y 2009, siempre defendiendo una posición feminista.
“Decidí participar en política porque quería demostrarme a mí misma y mostrar al movimiento feminista qué podía pasar si una feminista participaba en política, en el sistema de partidos. Realmente pasó lo que se esperaba, no quedamos, sacamos bastantes votos pero no quedamos. Es muy cansado, tenés una confrontación permanente. Entramos en contradicción entre nuestra teoría y la teoría partidaria. Sacamos lo del trabajo doméstico en la lucha y no les gusta, se pelean con nosotras, andan haciéndonos la cama, despavimentándonos el camino para que no avancemos. No consideran la situación y problemas de las mujeres, no les conviene”.
Aunque el paso por un partido político fue decepcionante y desgastante, Suyapa lidera desde su organización las alianzas con mujeres parlamentarias y de partidos políticos y la incidencia política.
“Siento que no necesariamente tenés que estar en un parlamento o en un espacio gubernamental para provocar cambios. Desde los diferentes espacios en los que te movés, si estás convencida de tu teoría y tus principios podes impulsarlos”.
El día 28 de junio de 2009 militares encapuchados ingresaron a la fuerza en la residencia del presidente de Honduras, Manuel Zelaya, trasladándolo a la base Hernán Acosta Mejía de la Fuerza Aérea al sur de Tegucigalpa para ser deportado a Costa Rica. Se consuma, tras varios meses de tensiones políticas en el país, un golpe de estado. La población sale durante meses a las calles exigiendo revertirlo, algo que no se produce. Se conforma el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), en el que el movimiento feminista juega un rol importante, organizadas en la red Feministas en Resistencia que obtuvo el apoyo y solidaridad de un gran número de organizaciones feministas de América Latina y Europa.
Durante este periodo, en el que Suyapa estaba aún vinculada a la política, ella y la diputada Silvia Ayala se compraron un billete para ir a Costa Rica a una reunión de la Resistencia con Zelaya. No había sido convocada ninguna mujer para esa reunión.
“Cuando llegamos allí les dijimos que nosotras nos vinimos en avión comprando nuestros boletos porque nos auto propusimos, porque si llega a ser por ellos…. Para algunas cosas nos dicen que estamos en riesgo y para otras nos ponen al frente. Por ejemplo, en las manifestaciones estamos en las primeras filas, para las gaseadas y eso. Pero para la representación sí que estamos en riesgo; ya cuando hay representantes de la OEA y todo eso nos querían dejar en un segundo plano”.
En el Frente Nacional de Resistencia Popular “teníamos que pelear y autonombrarnos, nadie nos proponía. Eso fue el tiempito que estuve allí, pero me cansé y otras compañeras asumieron. Pero creo que no aguantaron mucho, pues pronto estuvimos fuera las feministas del frente. Los discursos nuestros son muy fuertes, tocan mucho, porque hablan de la vida familiar y las violencias. Ahí en el frente hay muchos agresores, así que cuando nosotras decíamos democracia en la cama y en la casa, no les gustaba. O cuando el finiquito social para los que ocupen cargos de dirección en el frente no sean agresores de mujeres, tampoco les gustaba, y preguntaban ¿qué era eso? Y que les dieran la palabra primero a mujeres como acción afirmativa nunca les gustó, no lo aprobaron. Al final la izquierda sigue siendo la misma izquierda.”
A pesar de las dificultades en la participación en las organizaciones, en las manifestaciones contra el golpe de Estado siempre se escuchaba el lema “la gente se pregunta y estas quienes son, somos feministas en revolución”, que daba mucha visibilidad al movimiento.
“Logramos hacer pintas sobre el aborto, conseguimos sensibilizar a algunos, aunque otros iban borrándolos. Es que la izquierda está permeada por la religión, la religión no te aguanta toda la agenda feminista. Lo que logramos es que sí nos miren, saben quiénes somos, cual es nuestra propuesta, si no la aceptan ya es problema de ellos, pero saben que existimos. Antes no sabían ni que existíamos.”
El asesinato de Berta Cáceres, la activista indígena, lenca y feminista hondureña, el 3 de marzo de 2016 por causas directamente ligadas a sus reivindicaciones, fue un duro golpe para las activistas que, como Suyapa, son la cara visible de organizaciones de la sociedad civil.
“Todo esto que ha pasado nos ha hecho pensar cosas, aterrizar más, y sí, somos reconocidas”.
2017.MUJERES DEFENSORAS APOYAN A SUYAPA MARTÍNEZ EN SU LUCHA CONTRA DESA
2017
El 28 de febrero de 2017 la empresa a la que se le vincula con el asesinato de Berta Cáceres, Hidroeléctrica Desarrollos Energéticos, S.A. (DESA), introduce una demanda contra Suyapa Martínez por difundir “informaciones inexactas y perjudiciales contra la empresa DESA y sus miembros por el crimen de la señora Berta Cáceres”. La demanda provocó una reacción en cadena de las organizaciones feministas y populares, que consideran que esta acción se suma a la persecución y criminalización contra luchadores y luchadoras sociales[2]. Este asunto ha puesto a Suyapa en una situación de mayor vulnerabilidad, dado que desacreditar y perseguir judicialmente a las activistas suele ser un primer paso para su hostigamiento y, como en el caso de Cáceres, su asesinato. Este caso continúa abierto, al margen de que existen un gran número de testimonios en informes que vinculan a la empresa con el asesinato de la activista[3].
Suyapa ha puesto la lucha por los derechos de las mujeres en el centro de su vida. Considera que los femicidios son la mayor lacra de Honduras, que son la punta del iceberg de otras discriminaciones.
“También la violencia sexual, que es la que menos se denuncia. Si los juzgados reportan más de 2900 casos anuales, imagínate la cantidad que debe haber. Y el incesto, que se da mucho. La impunidad, es otro problema; sólo 4.7% de los casos de violencia sexual se resuelve. Aunque existen instancias como el Módulo Integral de Atención Especializada MAIE y la Unidad de Investigación de Muertes Violentas de Mujeres y Femicidios, no funcionan en todo el país; ni la investigación especializada funciona. El gobierno crea programas, pero no con suficiente cobertura, como si sólo hubiese violaciones y femicidios en Tegucigalpa y San Pedro Sula… La violencia domestica no ha bajado en 10 años. Se denuncia, pero la caducidad de casos está por encima del 70%”.
Lo más duro para Suyapa ha sido “esa conciliación entre lo que yo pensé de la izquierda, lo que es ahora y el feminismo. El feminismo a nivel del movimiento social es rechazado. Ahora todavía te declaras feministas y te miran mal, pero antes te lo decían con descaro”. Desde la izquierda se entendía la reivindicación de igualdad como ruptura de la unidad; Suyapa recuerda cuando le decían “mira compañera, le doy permiso para que venga a dar un taller pero no me vaya a dividir el movimiento.”
Al margen de la dureza del camino que escogió, sigue siendo un torbellino de energía y pasión.
“Siento que no pasé por esta tierra en vano. Las diferentes luchas en las que me he metido lo he hecho por conciencia. Estoy orgullosa del nivel de conciencia desarrollada a nivel de la lucha social”.
Suyapa lleva esculpida en su rostro la dureza de la decepción, junto a la satisfacción de vivir para lo que sueñas.
Feminista, fuerte y valiente, Suyapa es una montaña que resiste a la intemperie de la vida. La vida por los derechos de las mujeres.