1 de Mayo, que en todos lados se vea el poder de la clase obrera
Las manifestaciones son todavía para mí un lugar importante de expresión popular.
Es cierto que actualmente existen otros medios para mostrar la opinión que causan un fuerte impacto, pero las manifestaciones tienen la particularidad de juntar a muchas personas en un espacio para mostrar la fuerza de la unión. Toda esa gente, que se expresa pacíficamente con sus cuerpos en movimiento, vibra y muestra el poder de la ciudadanía. El poder de ocupar el espacio, la ciudad, el país que les pertenece, al margen de que desde el poder actúe como si no fuese así.
El uno de mayo tiene de especial de que simboliza la lucha obrera, y el trabajo es el centro de muchas otras luchas por ser la base de la subsistencia. Además se produce en muchos países al unísono, lo que le da un carácter especial de lucha mundial. En todos los continentes, a horas similares, la ciudadanía se mueve y se muestra. Se muestra demostrando de lo que podría ser capaz junta.
En Mauritania las distintas centrales sindicales marchan con los trajes de trabajo de los sindicatos que las conforman. Las manifestaciones son muy coloridas y se puede apreciar muy fácilmente el origen social de las personas, muy diverso, y sus reivindicaciones y problemáticas actuales. El personal sanitario, panaderos/as, guardias de seguridad, basureros/as, mineros, transportistas,… Cada colectivo lleva sus pancartas que explican quiénes son y lo que quieren. Es una fiesta en la que la diferencia es el punto de unión, pues entre tanta diversidad surge la reivindicación de una vida digna.
Yo crecí en una familia obrera y, sin duda, si tengo que pensarme en alguna clase social es en el proletariado. Hace poco tomé conciencia de lo que esto había significado en mi vida, en mis valores y en el prisma con el que miro el mundo. Sí, las clases todavía existen, al margen de que yo forme parte de una generación en la que se soñaba con la movilidad entre las mismas gracias al acceso masivo a la educación universitaria.