Reflexiones escuchando al Atlántico. Cooperantes
Los y las cooperantes, como otras personas que viven en movilidad, vivimos en una sobrexcitación permanente por la adaptación a entornos diversos y trabajar en esquemas de pensamiento diferentes a los nuestros. Pero hay diferencias frente a otros profesionales:
Aunque muchos cooperantes regresan a su país de origen tras de 5 a 10 años fuera, otrxs llegamos a vivir en el exterior más años de los que pasamos en nuestro país de nacimiento.
Además, excepto en el campo humanitario, solemos pasar al menos 2 años en un país. En otras profesiones, las estancias son mucho más cortas en cada destino y, por lo tanto, el cambio de esquemas e implicación con los países mucho menor.
Por otra parte, en otras profesiones se trabaja para el país o región de origen y la deslocalización suele tener un interés de la organización o país (expansión, intereses de la organización…) o personal (conocer un lugar, ganar más dinero, aprender un idioma, abrír la mente,…). En cambio, lxs profesionales de la cooperación, trabajamos para mejorar las condiciones del país que nos recibe, movidos por valores internacionalistas (derechos humanos, ODS, agenda de igualdad, agenda humanitaria…)..
Por otro lado, las personas cooperantes estamos generalmente formadxs (al menos lxs buenxs profesionales) en cooperación internacional y un sin número de materias para poder analizar las desigualdades y discriminaciones y sus causas. Sin duda, esto nos hace vivir la expatriación de forma radicalmente diferente a otras profesiones.
Otra diferencia en España son las condiciones que nos protegen a lxs cooperantes y nuestras familias frente a otras profesiones. Esto es, sin duda, por la baja valoración de la cooperación internacional. Las personas que trabajan para la diplomacia, empresa u otras organizaciones, tienen condiciones radicalmente diferentes (y no hablo de condiciones económicas solamente).
Yo fui consciente de esto cuando me quedé sin casa en México, con una niña de 4 años, tras el segundo terremoto.